La dinastía Han gobernó en China desde el s. III a. C. hasta el s. III d. C., con una serie de emperadores que vivieron en un entorno extremadamente rico y sofisticado. Muchas de sus tumbas han sido saqueadas, pero recientemente se han descubierto nuevos hallazgos funerarios que nos hablan del florecimiento de este Imperio, enriquecido gracias al comercio de la Ruta de la Seda. Dentro de los magníficos mausoleos, los soberanos se enterraban entre jade, oro, seda, joyas preciosas y ejércitos de terracota, en ocasiones, en miniatura.