Las pinturas rupestres de Tifariti, espacio fundamental del Sáhara
Occidental, cobran vida ante nuestros ojos para contarnos, a modo de
fábula, la historia de aquella civilización que hace diez mil años ocupó
un fértil valle donde hoy apenas hay desierto. Un cuento mágico que, a
través del patrimonio cultural de un pueblo sin estado, nos habla de
nuestra propia experiencia, del progreso y de la civilización.