Las obras de arte más antiguas de la humanidad pertenecen a las manifestaciones rupestres del Paleolítico. El norte de España se caracteriza por ser una de las zonas más ricas en pinturas y grabados de esta época. Cuevas como Santimamiñe, Atxurra y Ekain, en el País Vasco, y la cueva del Castillo, en Cantabria, albergan una inmensa colección de testimonios artísticos. Con el fin de estudiar el arte de las cavernas, arqueólogos y espeleólogos tratan de buscar aquellas obras que han permanecido ocultas durante miles de años.