Hasta el siglo XIX, Alejandría era una ciudad de canales y cisternas:
éstos constituían su reserva de agua y, sin ella, Alejandría no hubiera
conocido un destino tan privilegiado como el que tuvo. Convertida en
capital de Egipto en el siglo IV antes de Cristo, su abastecimiento
regular fue asegurado mediante la construcción de un canal que conducía
las aguas del Nilo hasta sus puertas. En el centro de la ciudad, las
necesidades de consumo para el desarrollo de su artesanado y de su
industria, estaban aseguradas por una compleja red subterránea. La
película muestra las soluciones hidráulicas que se han puesto en
práctica desde la fundación de la ciudad y que hicieron de ella una de
las más grandes metrópolis del mundo antiguo.